La vida de Bartolina Sisa

"Bartolina Sisa es una de las mujeres que más destaca en la historia de Bolivia".
Acompañó a Túpac Katari en su lucha De la fecha de su nacimiento aún no esclarecida existen dos versiones: la primera afirma que fue el 24 de Agosto de 1753 en la comunidad de Sullkawi del Ayllu del mismo nombre, y la otra menciona el 12 de Agosto de 1750 en la comunidad de Q׳ara Qhatu, situada en la actual provincia Loayza del departamento de La Paz. (Fuente: Consejo Andino de Naciones Originarias) Sus padres José Sisa y Josefa Vargas la vieron nacer en la época de la más sañuda e inmisericorde opresión y despojo colonialista española contra los indígenas de los Andes.

Bartolina junto a sus progenitores, y luego de unos años ya con su esposo, el gran caudillo aymara Túpac Katari (Julián Apaza), se dedicó al comercio de la hoja de coca y de tejidos nativos, desplazándose de este modo por innumerables lugares entre ayllus, poblados, comunidades y ciudades de la inmensa y árida altiplanicie andina y los valles yungueños del departamento de La Paz.

Esta actividad permitió a Bartolina liberarse de la condición de servidumbre y esclavitud a la que fue sometida su nación originaria por los colonialistas y señores feudales de origen europeo.

Así, fue tomando verdadera conciencia y una profunda convicción por redimir a su pueblo de las cadenas de la opresión y luchar por la emancipación definitiva de las comunidades originarias andinas.

En ese transcurrir, ya ambos, Bartolina Sisa y su esposo Túpac Katari, tuvieron la ocasión de coincidir con los itinerarios libertarios del arriero José Gabriel Condorcanqui (Tupaj Amaru) y de los hermanos Dámaso y Tomás Katari de Chayanta, con quienes aunaron sus propósitos emancipadores basados en una sólida convergencia de criterios, tácticas y estrategias de lucha.

De este modo decidieron elaborar un plan de acciones debidamente sistematizadas que puso en pie de guerra a más de 150 mil indígenas en toda la región más conflictiva del Perú, La Paz, Oruro, y los valles de Chayanta en Bolivia.

El ejército de los Katari-Sisa que durante el inicio del Sitio de la Ciudad de La Paz (13 de marzo de 1781) contaba con 20 mil combatientes, en muy pocos días se convirtió en 40 mil y al cabo de 5 meses alcanzaron a 80 mil.

Es así que al estallar la insurgencia Aymara-Quishwa de 1781, mientras su esposo era proclamado Virrey del Inca, ella era proclamada Virreyna, pero no porque haya sido la esposa de Túpac Katari, sino por el mérito propio que adornada su personalidad.

Durante el Cerco (o sitio) a La Paz el nivel jerárquico de la jefatura fue compartido entre Túpac Katari y Bartolina Sisa en igualdad de condiciones.

El 29 de junio de 1781 el ejército de Túpac Katari sufre un golpe muy duro por parte de los realistas provocando un inevitable desbande de sus fuerzas.

En este mismo momento se produce una ruptura circunstancial del Cerco de La Paz acompañada de rumores en sentido de que la "sublevación" había sido derrotada, razón por la que las autoridades coloniales ofrecen el indulto a los rebeldes a condición de que éstos entreguen a sus "jefes cabecillas", en una franca incitación a la más descarada traición.

Así, el 2 de julio cuando la Virreyna Bartolina Sisa, la jefa máxima del Cerco, en circunstancias en que ella se dirigía del campamento de El Alto al de Pampajasi, en el camino, es sorprendida por la actitud de sus propios acompañantes, quienes en un acto de cobarde traición y confabulación con los españoles la apresan e inmediatamente, tras una emboscada concertada, hacen entrega de Bartolina Sisa en condición de prisionera de guerra.

Sentencia y muerte
Al amanecer del 5 de septiembre de 1782, la heroica comandante guerrera aymara sufre la sentencia de los opresores que en su texto original copiado del castellano antiguo dice: "A Bartolina Sisa Mujer del Feroz Julián Apaza o Túpac Katari, en pena ordinaria de Suplicio, y que sacada del Cuartel a la Plaza mayor por su circunferencia atada la cola de un Caballo, con una soga de esparto al Cuello, y Plumas, y una Aspa afianzada sobre un Bastón de palo en la mano y a voz de pregonero que publique sea conducida a la Horca, y se ponga pendiente de ella hasta que naturalmente muera; y después se clave su cabeza y manos en Picotas con el rótulo correspondiente, y se fijen para el público escarmiento en los lugares de Cruzpata, Alto de San Pedro, y Pampajasi donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas; y fechó sucesivamente después de días se conduzca la cabeza a los pueblos de Ayo Ayo, y Sapahaqui de su Domicilio y origen en la Provincia de Sica Sica, con la orden para que se queme después de tiempo, y se arrojen las cenizas al aire, donde estime convenir".

La sentencia se cumplió. La gran Bartolina Sisa, insobornable comandante en jefa de las fuerzas emancipatorias de las naciones originarias andinas, moría ahorcada no sin antes sufrir una horrenda tortura física y moral, flagelada, violada, azotada, arrastrada a puntapiés en un inmenso charco de sangre.

Posteriormente fue paseada desnuda montada en un burro, en la plaza colonial de La Paz, hoy "Plaza Murillo". Desde entonces esta plaza quedó manchada en sus cuatro lados con la sangre de Bartolina Sisa, de Gregoria Apaza y de muchos otros que ofrendaron sus vidas junto a ellas por la restitución de las libertades a las naciones originarias.

Ya muerta Bartolina Sisa, y no conforme con ello, sus verdugos descuartizaron su cuerpo y exhibieron su cabeza y sus extremidades en distintos lugares de los ayllus y caminos donde ella resistió con su lucha.

Su cabeza fue clavada en la punta de una picota, "para escarmiento de los indios", decían sus verdugos, y la situaron en Jayujayu-Marka, hoy provincia Aroma del departamento de La Paz.

Sus extremidades fueron enviadas a Tinta-Marka, una comunidad situada en la actual República del Perú, donde también fueron exhibidas en sendas picotas.
Vía > Jornada
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