Marilyn Monroe, el mito que se resiste a morir

Marilyn Monroe

"Todo lo que hace es diferente de cualquier otra mujer, extraño y excitante, desde la forma de hablar hasta la manera de utilizar su magnífico rostro". Clark Gable no ocultó su admiración cuando fue preguntado por la rubia más célebre de todos los tiempos. No fue el único: todo aquel que la conoció se deshizo en elogios hacia ella, más allá de su rostro angelical, sus sensuales labios y sus proporciones pluscuamperfectas. Más allá incluso de su indudable talento interpretativo y su demostrada inteligencia, y a pesar de sus devaneos con el alcohol y las drogas y sus vaivenes en el terreno personal.

Marilyn Monroe, la actriz que aunaba en sus escasos 1,61 metros de estatura las cualidades de la mujer diez, cumpliría este miércoles 85 años si la muerte no se la hubiera llevado el 5 de agosto de 1962, un acontecimiento trágico en el que, quizá, recae parte de un mito que sigue tan vivo como entonces. Un icono irrepetible que, hoy en día, sigue generando 8 millones de dólares anuales.

El sueño americano

Norma Jean Baker encarnó en su deseada piel el sueño americano: el ascenso al Olimpo de Hollywood de una joven de clase humilde con una madre con graves problemas emocionales. Una mujer hecha a sí misma pese a los traumas de una niñez y una adolescencia rotas en las que sufrió abusos sexuales a manos de algunos de sus familiares de adopción. "Cuando me miro al espejo por la mañana no veo a la mujer que todos desean, sino a una niña que se durmió sin que le dieran el beso de buenas noches", escribiría años después.

Norma se interesó por el mundo del cine gracias a la mejor amiga de su madre, Grace, que se hizo cargo de su custodia. Pero dedicarse a ello era solo un sueño. Trabajó en una fábrica de municiones, donde fue fotografiada por un periodista que retrataba la contribución de las mujeres americanas a la II Guerra Mundial. Fue su debut como modelo, un terreno en el que no tardó en abrirse paso antes de dar el salto a la interpretación, primero como extra y finalmente con un pequeño papel en el musical The Shocking Miss Pilgrim, en el que interpretó a una telefonista.

Rebautizada como Marilyn Monroe por uno de los primeros directores que le dieron trabajo, halló su trampolín definitivo gracias a la revista Playboy, cuyo primer número llevó a portada sus sinuosas curvas. Llegaron los años cincuenta y, con ellos, sus papeles como fémina despampanante en cintas como Los caballeros las prefieren rubias o La tentación vive arriba, antes de mudarse a Nueva York en la segunda mitad de la década y confirmar su talento como actriz en filmes imprescindibles como Bus Stop o Con faldas y a lo loco.

Marilyn, como otras tantas estrellas, tuvo una difícil relación con la fama y el frívolo mundo del celuloide. "Hollywood es un lugar donde te pagan 100 dólares por un beso y 50 centavos por tu alma", reconoció amargamente. Adicta al alcohol y los barbitúricos, su vida personal se fue apagando mientras su estrella continuaba luciendo radiante.

Cuesta imaginar cómo sería Marilyn hoy. Buena parte de su leyenda reside en la posibilidad de contemplarla siempre joven, siempre hermosa. Siempre Marilyn.

¿Suicidio o asesinato?

La muerte de Marilyn sigue haciendo correr ríos de tinta. La versión oficial asegura que falleció víctima de una sobredosis de barbitúricos. Sin embargo, muchos apuntan en otra dirección. El sargento de la policía Jack Clemmons encontró en su apartamento numerosos indicios de asesinato. Fue apartado del caso. Su tormentosa relación con el presidente John F. Kennedy y su hermano Robert hace pensar que conocía importantes secretos de estado. La propia Marilyn escribió: "Sé que este hijo que espero va a cambiar el curso de la política y siento miedo, mucho miedo, no por él, sino por mí".

20minutos.es

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