El arte callejero rebrota en los barrios de las grandes ciudades del centro y el sur de América

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La mezcla de las culturas indígenas, el folclore local, la herencia africana y la colonización europea provoca que el arte callejero en el centro y el sur del continente americano haya gestado un estilo visual colorista, exótico y atractivo que ahora vive un momento boyante.

El arte en metrópolis como Sao Paulo, Ciudad de México o Caracas sabe colarse por paredes dañadas y zonas abandonadas a punto del colapso que suplican una vida nueva en el paisaje urbano de la ciudad.

Nuevo Mundo: Latin American Street Art es el primer libro que documenta de forma exhaustiva el arte callejero del centro y el sur de América. Explora el amplio registro de los países y regiones en capítulos que se acercan a la escena de Argentina, Brasil, América central, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.

Principiantes y figuras consagradas

El volumen acaba de publicarse en la editorial alemana Gestalten. Su autor es Maximiliano Ruiz (Buenos Aires, 1982), director, autor y comisario de proyectos relacionados con las expresiones artísticas de la calle. Lleva años investigando la trayectoria del grafiti y sus derivados en Centro y Sudamérica y desde hace unos años vive en Barcelona, otro foco bullente de arte urbano.

Os Gêmeos, Bastardilla, Vitché, Saner o Jorge Rodriguez Gerada son alguno de los creadores recopilados en este inventario colorista. Son autores que han visto su obra expuesta en la Tate Modern de Londres, la Fundación Cartier de París o la reciente exposición de Los Ángeles Art in the Steets, que reune figuras consagradas del arte callejero. También hay lugar para figuras que todavía son menores y asoman con humildad la cabeza.

Expresarse en las calles es casi tradicional en naciones como Chile o México. En muchos países arraigó la tradición muralista de los años 70 y 80. Artistas de renombre cubrieron grandes extensiones de edificios con motivos que hacían referencia a la historia y la cultura local. Además, la adversidad o las dictaduras han servido para convertir el acto de plasmar las ideas en una pared en algo necesario y visceral.

Aunque estos países comparten leyes que consideran ilegal pintar en las paredes, la represión y el castigo es leve. Los problemas son muchos y la policía no se preocupa de penalizar a los artistas callejeros. Es común verlos trabajando en lugares visibles y a la luz del día, incluso cerca de comisarías y edificios gubernamentales.

La percepción de los ciudadanos es, en la mayoría de las ocasiones, buena. En los trabajos elaborados y personales de los creadores, lejos del pintarrajeo, ven mejoras que combaten la falta de recursos que en algunos países deja barrios enteros deteriorarse a su suerte.

Nuevo Mundo es una forma de catalogar e inmortalizar estos adornos urbanos de consagrados y primerizos con mimo y respeto.

20minutos.es

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