‘Animales’ que juegan al fútbol

En el fútbol boliviano hay un Pájaro que vuela alto y ya condujo a su equipo a ser tricampeón. Hay un Caballo goleador, un Conejo hábil y veloz, un Mono que se lanza de un palo a otro y después de algún tiempo está a punto de regresar, un Camello sediento de ser el de antes. Son los sobrenombres o apodos que suenan fuerte y que identifican a las personas, en la mayoría de los casos relacionados con un animal, en las canchas y fuera de ellas. Pero también hay otros, por ejemplo, Ojitos, Chiru Chiru y Teto, por anotar sólo a tres entre muchísimos.

El apodo es un nombre que suele darse a una persona, por lo general tomando en cuenta algún defecto corporal o de alguna otra circunstancia; se lo hace con cariño y en el mundo del fútbol es muy habitual, incluido el boliviano, donde, a veces, —según dice Pablo Escobar— los apodos llegan a ser más fuertes que el nombre verdadero.

En la mayoría de los casos, como puede comprobarse, están relacionados con los animales. Al mejor jugador del mundo, Lionel Messi, le llaman La Pulga; en tanto que al mejor del fútbol boliviano le llaman Pájaro, en alusión a Escobar.

Messi es conocido con ese sobrenombre desde que era niño, porque era más pequeño que otros de su edad. En su barrio se lo pusieron y ahora que es  figura mundial también es conocido como La Pulga, al margen de todo lo que hace con la pelota en los campos de juego.

Los apodos en el fútbolSegún cuenta el capitán atigrado, en Paraguay le dicen Pollo desde antes, “desde  pequeño, como que llegué al kínder como Pollito Majadito. Pero en Bolivia me pusieron Pájaro”. Aunque son puestos “en buena onda”, a veces hay apodos feos o que identifican a una persona de una manera que ésta no quisiera; sin embargo, los futbolistas bolivianos consultados al respecto no se hacen problema. Es el caso de Escobar, quien expresa que “al contrario, espero seguir volando muy alto junto al Tigre”, como se le llama a The Strongest.

El goleador de la temporada pasada, Carlos Saucedo, es llamado Caballo. Él recuerda que este apelativo se lo puso el director del colegio en el cual estudió. “Lo que pasa es que yo era muy inquieto, nunca estaba en un mismo lugar, siempre de un lado a otro; por ello, el director un día me dijo: ‘Usted parece un caballo, siempre anda de un lado a otro’. Por eso me quedé con ese apodo, que se trasladó al fútbol desde que jugaba en la asociación”.

A sus 15 años, cuando jugaba en la Academia Tahuichi, a Juan Carlos Arce lo llamaron Conejo, y así se quedó. “Fue el relator Gary Áñez quien me puso ese apodo, desde aquella vez se me conoce así. Es algo que no me incomoda porque me lo dicen con cariño”.

Esta semana reapareció en el fútbol Joaquín Botero, al incorporarse a prueba a Bolívar. Al goleador le pusieron más de un sobrenombre, uno de ellos es Camello. “Fue el periodista Fermín Zabala quien me lo puso, nunca me lo explicó por qué. Sin embargo, no me molesta, así me dicen en el fútbol y está bien”.

El notable exguardameta Luis Galarza era conocido como el Mono. Su desplazamiento bajo los tres palos, además de su fisonomía, fueron una especie de inspiración para ese sobrenombre. Años después, su hijo Sergio le siguió los pasos, es uno de los buenos arqueros en el fútbol boliviano y le dicen algo parecido.

“Me dicen Monito, para nada me incomoda. Es una herencia de mi padre. Fuera del fútbol, incluso en los acontecimientos sociales, hay personas que se olvidan de mi nombre y me llaman con ese apelativo”. A la mayoría le gusta, a pocos les incomoda. Lo cierto es que el apodo siempre está. En el fútbol seguirá habiendo pájaros que vuelen, pulgas que incomoden, conejos escurridizos, caballos goleadores y muchos más.

Apuntes

‘Chiru chiru’

Es una diablada  interpretada originalmente por el grupo Llajtaymanta. Así le llaman al orureño Wálter Flores. “En la Copa América de Perú, en 2004, me puso ese apodo Joaquín Botero”, indica.

‘Ojitos’

Desde niño a Luis Melgar le llaman así. “Mis compañeros me molestaban porque tengo los ojos grandes”.

‘Teto’

Ernesto Cristaldo cuenta que su apodo viene desde su familia. Una hermana menor suya no podía pronunciar su nombre y sólo lo llamaba Teto y se quedó así.

‘Hay apodos que son más fuertes que el nombre’. Pablo Escobar

— En Bolivia se le conoce como Pájaro. ¿En su país lo llamaban de otra manera?

— Sí, efectivamente, ése es mi sobrenombre en el país. Pero en Paraguay me dicen Pollo, desde que era pequeño. Llegué al kínder Pollito Majadito. Se trata de apodos que a uno se los ponen en buena onda.

— ¿Es decir que a usted no le genera ninguna incomodidad?

— Para nada. No me hago ningún problema, al contrario, espero seguir volando muy alto y hacerlo siempre junto al Tigre, con el que ya logramos tres títulos seguidos y ojalá este año también nos vaya bien.

— Más allá de que se los pongan “en buena onda”, ¿no cree que algunos apodos resultan ofensivos?

— La verdad es que, en mi caso, ninguno de esos seudónimos me ofenden; al contrario, creo que son parte del fútbol, así que es una característica con la que uno llega a identificarse dentro de un club.

— ¿Usted es de aquellos que les pone apodos a sus compañeros?

— No, no soy de los que ponga apodos. Creo más bien que en el club hay un par de especialistas que lo hacen, ellos son Jair Torrico y Luis Melgar. Ellos sí saben hacerlo. En todo caso, esto de los apodos no es de ahora, viene de antes, incluso creo que en el pasado era mucho más fuerte. Hay apodos que suenan más fuerte que el nombre mismo de una persona.

— ¿Cree que el apodo puede llegar a pegar más que el nombre?

— Claro que sí. A veces, el nombre propio pasa a segundo plano, no sólo en cuestión de personas, también puede ocurrir en un club. Tomemos como ejemplo a The Strongest: en Bolivia suena más fuerte el Tigre que The Strongest. De manera que hay apodos que son más fuertes  y siempre van a formar parte de lo que ocurre, sobre todo en el fútbol.

Algunos apodos de famosos

‘La pulga’

Lionel Messi es conocido en el mundo entero como La Pulga. ¿Por qué le llaman de esa manera? Según contó una tía, hace muchos años en Rosario, sucede que era más pequeño con relación a otros niños de su edad (“¡Es que era una pulga!”). Entonces a alguien se le ocurrió y así está identificado.

‘El pelusa’

Maradona puede decir que tiene tantos apodos como obras de arte hizo en el campo de juego, mientras fue futbolista y maravilló al mundo en los equipos que jugó y vistiendo la camiseta de su selección. El diez, El Pibe de Oro, Barrilete Cósmico, D10S, pero, sin duda, de todos ellos sobresale el de El Pelusa.

Más animales

El Conejo Saviola, el Burrito Ortega, el Cobra Ilie...  También hay otros: A Cruyff su físico le marcó durante toda su carrera y de ahí que le apodasen El Flaco. Asimismo, son tantas las veces que Casillas ha salvado al Real Madrid que hay quien ya cree que lo suyo es sobrenatural. De ahí que le apoden El Santo.

Otros 

El Fenómeno. No hay un apelativo que mejor defina al brasileño Ronaldo. Para muchos fue el mejor delantero centro que ha dado el fútbol.  Y a Agüero le pusieron el mote de Kun por el personaje del dibujo animado japonés Kum-Kum que se transformaba en una bola.

De apodos y otras hierbas. Lorenzo Carri

Poner apodos es tan común en el fútbol como tatuarse, con la diferencia de que el apodo puede olvidarse o reemplazarse, y lo que está tatuado, ahí queda, aunque la persona se arrepienta más tarde. En cuestión de apodos, hubo de todo en nuestro medio. Recuerdo a dos jugadores destacados de una misma familia que eran conocidos como el Perro (algo que tenía un tono cariñoso habida cuenta de lo que significan los perros en tantas familias, aunque “perro” le pareció feo a ciertas generaciones más jóvenes que cuando dan noticias prefieren decir “can o mascota”); no había nada que discutir cuando decíamos El Zurdo López: hemos tenido Tanos y más de uno; hubo algunos muy exitosos (Diablo para Etcheverry) y otros exagerados (he comentado muchas veces el caso de Platini para Erwin Sánchez y no voy a volver sobre el tema)… Creí entender siempre que el apodo parecía  ligar cariñosamente a uno de nosotros (periodistas) con un jugador y que si mencionábamos a otro deportista simplemente por su apellido (Quispe, Rodríguez, García) la relación era más distante, podía ser un buen jugador, pero no llegábamos al apodo.

Pero de pronto hay apodos que no resisten un análisis: es el caso de un notable goleador muy actual, al que una mayoría cita como Caballo, y les confieso que me cuesta entender que eso signifique admiración o cariño.

Cuando decimos o escribimos “caballo” ¿nos referimos al noble corcel, tan ligado a la historia de todos los países, en el que cabalgaron héroes epónimos, el equino admirado del que un poeta cantó “el aliento largo y el instinto fiel”? ¿O, por el contrario, hacemos mención del animal que, sin jinete o sin domador, apela a su fuerza bruta y se lleva todo por delante sin mirar lo que pisa? Tal vez el poseedor de ese apodo no se sienta incómodo y el mote sea un recuerdo amable de su niñez o adolescencia, pero a mí —les confieso— me cuesta admitirlo a ojos cerrados.

Hace poco, el jefe del área digital del diario Sport (Barcelona), Abraham Clotet, rompió algunos moldes y escribió: “Seamos serios. El mejor jugador de todos los tiempos (califica Clotet, refiriéndose a Messi, aunque habrá muchos que no estarán de acuerdo) no puede pasar a la historia como La Pulga.

“Una pulga es un bicho asqueroso, un parásito que transmite enfermedades y que es feo”. Yo había pensado lo mismo varias veces y equiparaba eso de “pulga” con lo “enano”, que algunos hinchas y jugadores de otros equipos empleaban para referirse al rosarino. Pero no lo dije, ni lo escribí, y el periodista catalán se adelantó y lo apoyo totalmente.// La Razón

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