La población de Bolivia se concentra en las tres metrópolis del eje

Uno de cada dos bolivianos vive en el área metropolitana de Santa Cruz de la Sierra, La Paz y Cochabamba. La mitad del país entra en 22 municipios. Tres de cada cuatro ciudadanos que son parte de la población urbana de Bolivia viven en estos imanes de migración. Así, el censo ha dibujado un país que tiende cada vez más a apeñuscarse en las ciudades del eje central, convirtiendo a la fuerza en metrópolis lo que hasta ahora son municipios aislados que, en muchos casos, trabajan de espaldas a sus vecinos.

Carmen Ledo, especialista en demografía y coordinadora del Centro de Planificación y Gestión de la Universidad Mayor de San Simón, señala que esto plantea varios retos. El primero de ellos es legislar, obligar que estas metrópolis se vuelvan zonas de mayor densidad poblacional para que no continúen creciendo como manchas de aceite, sino de forma más contenida y organizada. Cree que las ciudades ya han devorado zonas fértiles de cultivo y cinturones ecológicos por falta de un blindaje jurídico que les impida el crecimiento horizontal desmesurado.

Juntos pero no enamorados

Dependiendo desde dónde se lo mire, la saturación de la población en tres urbes tiene sus ventajas y problemas. Para el economista Góver Barja, este fenómeno es 100% positivo, porque son zonas de mayor actividad económica, mayor integración y producción de conocimientos. Al darse estas condiciones, se convierten en imanes de migración interna y extranjera.

Barja recuerda que estas metrópolis también son las más industrializadas del país, con una producción dirigida en principio a satisfacer la demanda interna,  por lo que el reto ahora es mejorar la calidad de la producción para sentar las bases de un modelo de desarrollo tendiente a exportar estas manufacturas.

Para el sociólogo Fernando Mayorga es mejor que la mayor parte de la población esté concentrada sobre un eje central que solo en una capital, como sucede en otros países, como Perú, Argentina y Chile.

En su opinión, esta información debe servir para profundizar los niveles subnacionales de Gobierno. Ledo advierte del peligro de juntar sin reunir. En su ensayo denominado Los municipios bolivianos, una aproximación, estudia los índices de desarrollo humano de estos municipios amalgamados y descubre que solo los territorios capitalinos tienen un índice de desarrollo humano alto, mientras que el resto de las jurisdicciones no mejora sustancialmente en su calidad de vida.

Uno de los ejemplos más elocuentes de este dato es lo que sucede en Porongo. Detrás del río Piraí hay casas de un millón de dólares, las urbanizaciones cerradas más exclusivas de Bolivia, una de las áreas de expansión del mercado inmobiliario más activas del país, pero también, un poco más allá, se encuentra la población tradicional del municipio, una de las más pobres del departamento y con una debilidad institucional tan grande que ni siquiera tiene un centro de salud certificado por la Gobernación.

Matrimonios por conveniencia

Los analistas coinciden en que si los municipios que ya coexisten no trabajan de forma coordinada, estas desigualdades no cambiarán. Mayorga cree que es necesario fortalecer los niveles subnacionales de Gobierno para cambiar esta situación, aunque considera que no es problema aún que, a tres años de la promulgación de la Ley de Autonomías, no haya ninguna mancomunidad metropolitana conformada y que el resto del proceso autonómico marche  lentamente. “Siempre se lo pensó así. Siempre se dijo que iba a ser discontinuo, no uniforme, opcional, asimétrico, etcétera. Su avance depende de las debilidades institucionales y de las realidades políticas”, dice.

La Ley de Autonomías obliga a los conglomerados mayores a 500.000 habitantes a formar regiones metropolitanas, es decir, los 22 municipios del eje deberían haber conformado tres ‘matrimonios’. El municipalista Iván Arias considera que la negociación del pacto fiscal puede ser un buen escenario para empujar esta unión. En su opinión, esa negociación no solo debe servir para pedir más recursos, sino también para pensar en cómo se puede gastar mejor.

Señala que en espacios como Santa Cruz de la Sierra, La Paz y Cochabamba ya no se puede pensar en políticas aisladas de transporte, basura, educación y salud, sino que deben ser regidas por un alcalde metropolitano, dejando las regulaciones locales a las comunas menores.

“No hay quién presione para que la Ley de Autonomías se cumpla. Con un acuerdo, en las próximas elecciones deberíamos comenzar a elegir a los alcaldes metropolitanos”, propuso.

De darse, tal vez los problemas limítrofes entre los ‘hermanos’ de las metrópolis dejarán de ser el único tema de conversación entre los alcaldes de las tres megaurbes bolivianas

Las ciudades intermedias se triplicaron en la última década y seguirán en aumento

En un censo en el que los ciudadanos se desvanecieron entre los datos provisionales y los finales y en el que los indígenas pasaron de ser mayoría a poco más del 40%, hay una cifra que creció de manera exponencial: los municipios con más de 20.000 habitantes.

Según el estudio de la demógrafa Carmen Ledo, en el censo de 2001 solo se contaron 21 jurisdicciones municipales con más de 20.000 habitantes más allá de las capitales de departamento y El Alto. Hoy hay 69 que pretenden convertirse en nuevos ejes de desarrollo.

En este ranquin, Cochabamba se presenta como el departamento que mejor distribuida tiene su población. Tiene 18 municipios con más de 20.000 habitantes, la mayoría cerca de la capital, conformando su zona metropolitana (siete), o en el eje de las carreteras que la vinculan con el oriente.

Santa Cruz es el segundo departamento con mayor cantidad de ciudades intermedias, pese a que es uno de los departamentos con menor densidad poblacional del país. Tiene 17 unidades administrativas con más de 20.000 habitantes.

La Paz está tercero, aunque lejos de los punteros, con 11 municipios. Pese a ello, en la zona del altiplano, comparte problemas con Oruro, el departamento que concentra la mayor cantidad de municipios fantasma, administraciones que tienen menos de 2.000 habitantes y que contiene al municipio más despoblado del país, La Rivera, con 509 ciudadanos censados.

Potosí, pese a ser tildado como departamento expulsor de población, tiene la misma cantidad de municipios intermedios que La Paz (11), mientras que Tarija y Beni tienen cuatro ciudades intermedias, Chuquisaca tiene dos y Pando, departamento que duplicó su población entre 2001 y 2012, no tiene ninguna.

Para Mayorga, si la agenda patriótica se ejecuta, estos municipios deberán ser potenciados, ya que será en ellos donde se tendrá que resolver los tres principales pilares de la agenda 2025: erradicación de la extrema pobreza, acceso a los servicios básicos y seguridad alimentaria. En su opinión, estos municipios se deben transformar en circuitos regionales en los que se dé la tan ansiada diversificación de la base productiva.

Sin embargo, Iván Arias advierte que estos copian las estrategias y problemas de los municipios capitalinos: delincuencia, prostitución y alcoholismo. “Sin una verdadera comprensión del término desarrollo local no construiremos ciudades, sino tugurios”, sentenció el municipalista.

  HORA A HORA

El país se escurre hacia el eje  central y hay pocos imanes nuevos

Pando es Cobija y poco más que contar

El departamento de Pando duplicó su población entre los censos, pero la mitad de esta se encuentra en Cobija, por el comercio con Brasil. El resto son municipios menores a 20.000 habitantes.

La provincia más desierta está en Oruro

Puerto Mejillones es el nombre de la provincia más despoblada de Bolivia. Tiene 2.076 habitantes y tres municipios: La Rivera (509), Todos Santos (727) y Carangas (840). En el mismo departamento está Yunguyo, con 514 personas.

Los ‘centrífugos’ aún están lejos

Las dos regiones que en algún momento buscaron ser departamentos están lejos de los 200.000 habitantes. Gran Chaco (Tarija) tiene 147.164 habitantes y la provincia Vaca Díez (Beni), 130.778.

  CLAVES

Sin coordinación

Ninguna de las tres regiones metropolitanas ha logrado consolidar un sistema que articule la administración del área y los problemas que comparten.

Ciudadanos muy integrados

Muchos de los que habitan las manchas metropolitanas comparten trabajos, transportes y generan municipios-dormitorio aledaños a la capital.

La delincuencia aumenta

La falta de integración ha hecho que Santa Cruz de la Sierra y El Alto sean los municipios más violentos de Bolivia. Solo Cobija, por su situación cercana a Brasil y el tráfico de drogas, se acerca a los niveles de violencia de estas dos urbes.

  ANÁLISIS

Las ciudades no son simples depósitos de personas

Carlos Soria | Sociólogo

Todo centro que es muy dinámico económicamente, tiende a expandir el mercado laboral y atrae a población migrante. La gente tiende a asentarse donde hay más posibilidades de tener empleo, servicios básicos, vivienda y educación. Esto conlleva un gran desafío que consiste en estar a la altura de esas necesidades. Cuando la metrópoli deja de satisfacer esas demandas, surgen los problemas como la pobreza, la inestabilidad social, la delincuencia y la inestabilidad política.

Es deseable que todas estas metrópolis tengan capacidad institucional, dirigentes acordes con el desafío, capaces de visibilizar los problemas, además de  mecanismos que permitan la satisfacción de esas demandas. En el caso boliviano, todavía estamos pensando en municipios, no en metrópolis. Necesitamos una organización capaz de integrar estos municipios, que genere relaciones virtuosas, sinergias entre ellos. Tiene que haber una relación en la que los chicos no sobrevivan gracias al grande, sino en la que ambos se necesiten de manera vital. Para eso se requiere gestión, coordinación y planificación, porque las ciudades no son depósitos de personas, son organismos vivos.// El Deber (BO)

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