Juegos Olímpicos 2020: Cinco diferencias reales por las que Tokio ganó a Madrid más allá del politiqueo del COI

Cuando el sábado pasado Jacques Rogge anunciaba que Madrid era la primera ciudad eliminada en la carrera por albergar los Juegos Olímpicos de 2020, millones de madrileños y de españoles veían cómo su ilusión se rompía en mil pedazos por tercer vez en ocho años. Esta vez parecía que sí podía ser la buena porque la candidatura era más sólida y se había aprendido del pasado. Sin embargo, el COI apostó por Tokio, y lo hizo con una mayoría clara. La ciudad japonesa era la rival a batir, aunque antes de la votación pocos podían imaginar que su superioridad fuera tan insultante.

La capital de Japón -a la que muchos descartaban por el problema de la central de Fukushima- ofreció al COI cinco ventajas que Madrid no podía vender. Cierto que la capital española tenía la mejor nota de corte, casi todas las infraestructuras hechas, un gran apoyo popular, una buena presentación final, muchos representantes de prestigio en Buenos Aires y un trayecto de aprendizaje de ocho años; pero nada de eso sirvió para convencer a los votantes necesarios.

Y no lo fue porque Japón vendió algo más que una ciudad; le dio al Comité Olímpico cinco razones de peso y muy lógicas por las cuales apostar por ellos:

1. Una caja fuerte con 3.500 millones de dólares

Mientras Madrid apostaba por la austeridad y Estambul por el desenfreno económico, Japón ofreció una imagen de racionalidad económica, de modo que a lo largo de la carrera olímpica fue guardando en una hucha todo lo que podía para llegar a Buenos Aires con un ahorro de 3.500 millones de dólares reservados en exclusiva para los Juegos. Ese dinero ya se tenía, no era ficticio como el de las otras dos candidaturas.

En el capítulo económico, la idea de Madrid de crear un nuevo modelo en el que se invirtiese lo justo también parecía interesante, pero las palabras de Nawal el Moutawakil, miembro marroquí del COI ofrecen una idea del sentir generalizado del organismo rector de los Juegos: "España tiene problemas más graves en los que gastar el dinero". Por supuesto que el COI no era ajeno a la grave crisis económica del Estado español, por mucho que la candidatura tratara de vender que en siete años será una simple mancha en la historia del país.

Juegos olímpicos 20202. Fukushima, un problema que se coge por los cuernos

Sorprendió en la presentación final que Japón ofreciera tantos datos y tan claros sobre su gran problema, la central de Fukushima. Dar a conocer horas antes de la votación que el agua radioactiva se estaba filtrando al agua subterránea no parecía una gran noticia, pese a que se dijese que "todo estaba bajo control" y que la zona de influencia de la central era de menos de un kilómetro cuadrado.

En el lado contrario, la delegación madrileña trató de esquivar las preguntas del COI sin dar una respuesta concreta. Ni la cuestión del dopaje ni la del "nuevo modelo" que proponía Madrid se atacaron con seguridad y firmeza, por mucho que la nueva ley antidopaje se ajusta a los cánones que exige el COI y por mucho que se repitiera la palabra "austeridad".

Además, Japón osó transformar su debilidad en fortaleza, haciéndole ver al Comité que albergar unos Juegos podría ser el empujón definitivo para ayudar al país a salir de la pequeña crisis que provocó el terremoto de hace dos años. Si a esta idea le acompaña la historia de una chica que superó un cáncer y sobrevivió a dicha catástrofe natural, incluso los pétreos corazones de los votantes eran capaces de palpitar.

3. La seriedad frente a la corrupción

Hablamos de la "Marca España" y la "Marca Japón". El país nipón se caracteriza por su seriedad a la hora de afrontar los compromisos adquiridos y por la dedicación con la que se emplean cuando deben trabajar. Puede que el gobierno nipón no haya manejado bien la gran crisis de Fukushima dando información incompleta y, por momentos, contradictoria, pero en líneas generales su imagen es la de un país con una clase política decente y una sociedad estable. Nadie duda que los nipones cumplirán con los plazos establecidos para construir las infraestructuras necesarias. No es propio de ellos fallar en estos asuntos.

Por contra, España no deja de llenar páginas de periódicos extranjeros con casos de corrupción que salpican a políticos y personas influyentes. La picaresca española que en un pasado podía provocar cierta admiración por la capacidad que teníamos para sacarnos la castañas del fuego, ahora hace que todos los países de Europa y del mundo nos miren con rostro de preocupación y piensen que esto se ha convertido en un sálvese quien pueda.

4. Los casos del dopaje

Otro agujero negro que planea sobre el deporte español. La falta de claridad y trasparencia genera dudas y la ausencia de lógica a la hora de tratar y atajar los problemas aún más. Para el mundo entero -y para gran parte de España- sigue sin ser lógico que las famosas bolsas de sangre de la Operación Puerto se tiraran a la basura. Se trata de una acción englobada en una acción judicial independiente, pero esa decisión no ayudó al deporte ni a la candidatura.

Además, el elevado número de casos que han salido a la luz en los últimos tiempos (elevado no en comparación con el total de análisis realizados sino en comparación con otros países que tienen normativas similares) pone en tela de juicio a la estructura deportiva española, desde el COE hasta el último deportista profesional. De poco sirve que algunos destellos de honradez como Pau Gasol, Rafa Nadal o Mireia Belmonte traten de venderse como ejemplos.

5. Los problemas de las federaciones

Resulta paradójico que España critique la actuación del COI -con tantos lobby y tanta influencia sumergida- y el sistema de elección de los Juegos -tan opaco- mientras dentro de nuestras fronteras los problemas entre deportistas y federaciones son más que habituales, sobre todo cuando hay dinero de por medio. Y esto es algo que, aunque no suela aparecer en los medios, casi todos los miembros del Comité Internacional sí lo saben, puesto que en muchos casos son presidentes de las Federaciones Internacionales.

Así, por ejemplo, ver cómo deportistas españoles han de pagarse de su bolsillo los desplazamientos a campeonatos en los que van a representar a España, la ropa para competir en dichos torneos y observar que, además, compitan al máximo nivel sin tan siquiera un fisioterapeuta de la Federación es, cuanto menos, preocupante. Si a esto se le suma que esos mismos desplazamientos también los hacen miembros de la Federación a gastos pagados, la imagen de España cae por los suelos.

No vale, por tanto, justificar la derrota de Madrid únicamente por culpa del politiqueo de un Comité Internacional en el que, por supuesto, cuenta mucho el amiguismo y el intercambio de favores. También hay que tener en cuenta que los cien votantes eran conscientes a la hora de pulsar el número "2" de Tokio en sus mandos y no el "4" de Madrid de una realidad que iba más allá de números, infraestructuras, apoyo popular o legado olímpico.// La información (COM)

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