Qué dimensión tiene el problema del desecho de envases de plaguicidas en el campo

La gestión de los envases de plaguicidas desechados es un tema pendiente en las zonas productoras de monocultivos en Santa Cruz, donde los recipientes están desperdigados en campos, ríos y lagunas, e incluso expuestos para la venta libre en las poblaciones aledañas, con el peligro inminente para la salud de los habitantes de esa zona, dice el director de Plagbol, Guido Condarco.

San Julián y Pampa Grande son dos poblaciones cruceñas de producción de soya, y por tanto de uso de plaguicidas. “En este momento estamos en pleno proceso de investigación, queremos tener un diagnóstico situacional del uso de plaguicidas y de eliminación de envases, vamos a tener posteriormente la información exacta que nos pueda determinar cuánto se usa de plaguicidas, qué plaguicidas se usan en esa zona, etcétera”, dice Condarco.

El estudio se realiza en el marco del proyecto de “Alimentos y medio ambiente sanos” que se implementa desde 2014, otro esfuerzo más para incidir en este tema después de trece años de información, difusión y comunicación de los riesgos de los plaguicidas en el área rural en distintos puntos del país, aunque con escasos resultados e incidencia.

Contaminación en el campoAhora el énfasis está puesto en organizaciones sociales (participantes de control social y juntas vecinales) para que se informen de los riegos de los plaguicidas y, con esa información, puedan exigir a las autoridades la implementación de disposiciones legales vigentes respecto del desecho de los envases.

Condarco explica que en el recorrido en San Julián y Pampa Grande existen “cantidades de envases esparcidos en lagunas, ríos, terrenos, en todo lado, no hay cuidado por parte de agricultores, de las autoridades ni de los propios vendedores que deberían tener directa responsabilidad en cuanto a la recolección de estos envases”. Las fotos tomadas por Plagbol muestran verdaderos basurales de bidones, principalmente, en el monte y a la vera de los caminos.

El desecho de envases de plaguicidas y el derrame de su contenido residual representan un problema para la salud de productores y consumidores, y para el medio ambiente en general. Lo cierto es que todavía no se conoce la dimensión del problema. Existen estadísticas no oficiales respecto de un incremento de patologías en la región, y de enfermedades crónicas cuyo origen no se ha indagado. Pero en contraposición no se cuenta con un sistema de vigilancia epidemiológica que registre y reporte intoxicaciones, a pesar del esfuerzo de cuatro años para poner en marcha el Sistema de Vigilancia Epidemiológica para el Sistema de Salud. Condarco comenta que “hasta ahora no se ha aplicado ese sistema”, pese al esfuerzo financiero, en creación de tecnología y procedimientos para su aplicación.

“San Julián es una zona soyera, de monocultivo, actualmente los propios colonizadores han ampliado sus cultivos de soya. Ellos reconocen que usan grandes cantidades de plaguicidas, desconocen sus efectos. Todo plaguicida es sustancia tóxica, es veneno, no hay plaguicida que sean inocuo, suponemos que la gran cantidad de plaguicidas que se usan en esa zona están provocando daños a la salud de la población, no sólo de los agricultores sino en general”, dice Condarco.

Las sustancias químicas en los envases desechados pueden provocar una contaminación que no necesariamente deriva en grandes cantidades de gente en el hospital. Las sustancias tóxicas causan diferentes tipos de intoxicación, y precisamente la intoxicación crónica preocupa porque es invisible y puede manifestarse algunas décadas después de que la persona hubiera estado expuesta a la fuente de contaminación.

El reciclaje y/o desecho correcto de los envases de plaguicidas es algo posible, según Plagbol. Un ejemplo de ello es el de la Asociación de Productores de Insumos Agropecuarios (APIA) que cuenta con un programa de recuperación y eliminación de envases hasta su procesamiento final, por la reutilización.// PIEB (BO)

_

Publicar un comentario

0 Comentarios