Investigador mira a la chicha, las chicherías y su aporte a la construcción de la sociedad cochabambina

La chicha, las chicherías y las chicheras son un referente cultural de Cochabamba que señalan hacia procesos económicos, culturales y políticos que ayudaron a construir esa sociedad. Una revisión histórica al desarrollo urbano de la ciudad apunta hacia los entretelones culturales y económicos que se levantan entorno de la producción del maíz y de la chicha.

En su segunda edición el libro “Maíz, chicha y modernidad. Telones y entretelones del desarrollo urbano de Cochabamba”, de Gustavo Rodríguez y Humberto Solares, escudriña en el proceso histórico de construcción de la cultura y la identidad en esa urbe.

Costumbres bolivianasLa primera edición fue publicada a fines de los 80, y este 2011 se lanzó una segunda edición con algunos cambios y añadiduras. En entrevista con el Periódico Digital del PIEB, Gustavo Rodríguez comenta algunos aspectos del estudio.

¿Cuáles son los aspectos nuevos de esta segunda edición?
Un déficit notorio en la anterior edición es el rol y papel de las chicheras en el siglo XIX Hemos podido reconstruir, a partir de datos censales, cómo eran ellas y qué características tenían. La chichería es una actividad femenina por excelencia, los distintos datos disponibles muestran que había pocos hombres involucrados en la producción y sobre todo en la comercialización de la chicha. Ellos colaboraban a sus mujeres, pero eran más bien artesanos, campesinos o pequeños funcionarios públicos., La otra adición es que realizamos una prolongación de la investigación hasta la situación contemporánea. Modificación que permite al lector o lectora ver qué ocurrió después de la razia que las chicherías sufrieron, primero en el siglo XIX, como parte del proyecto de modernización urbano, y ver los impactos de la revolución de 1952 en su producción y consumo, durante la construcción del discurso mestizo y esta compleja modernidad que entrecruza visiones, historias y formas culturales ahora en Cochabamba.

¿Se puede decir que la chicha fue desplazada por el capitalismo, en el sentido del ritmo de su producción, frente por ejemplo a la cerveza que es producida masivamente?
Es una mezcla de cosas. La cerveza apareció a fines del siglo XIX. Estuvo asociada a lo moderno y lo limpio en la visión higienista que introdujeron los pocos emigrantes alemanes que llegaron a Cochabamba. A fines del siglo XIX la ciudad estaba en un proceso civilizatorio y de modernización que suponía la preocupación de las elites por (re)controlar algunos espacios culturales, festivos y urbanos en manos de la plebe; no es casual que la expulsión decretada por el Concejo Municipal de las chicherías del centro de la ciudad fuera paralela a la afirmación del carnaval en su sentido más europeo: la fiesta de las flores o la expulsión de la música y los bailes plebeyos del centro urbano; es decir la plaza central y su entorno. Todas estas medidas formaban parte de esta concepción de la modernidad cultural de las elites que esta centrada también en el caso de Cochabamba, como soporte físico, en la introducción de los tranvías, de la luz eléctrica, del teléfono. Para ellas el gusto y estética cultural europea se va construyendo como únicos referentes civilizatorios en el siglo XIX. De ahí que la chichería fuese vista y combatida como de indios, en tanto que la cerveza fuera adoptada como un símbolo de las elites blancas.

¿Con base en la chicha como mercancía, se han podido desarrollar sectores acomodados en ese proceso en que la sociedad boliviana se iba separando por clases sociales?
A principios del siglo XIX, cuando en que Bolivia se estructura como sistema republicano y decreta su independencia, la chicha es en Cochabamba una bebida de uso común para todos los sectores sociales. La chichería se constituía de algún modo en un espacio de confluencia y de interacción de amplios sectores, particularmente para los varones de clase alta. Estos podían ir a las chicherías con fines políticos, lúdicos, que no anulaba la estructura de clases. Eso cambió a fines del XIX, con todo el proceso de modernización pues la chicha fue vista más bien como recurso económico que como una bebida con la cual identificarse o consumir. Detrás de la chicha está el maíz y toda su red productiva. Ahora, a más de su cultivo del cereal que tonifica la economía regional, la chicha es un recurso económico porque genera un conjunto de ingresos fiscales que fortalecerán el desarrollo de la ciudad y su crecimiento urbano. Se va a dar la paradoja señorial en los años 30 o 40 de siglo pasado que en Cochabamba la bebida despreciada por ser parte de los hábitos plebeyos, de los mestizos o indígenas, sustentaba el desarrollo criollo urbano para las elites señoriales. Se trata de una ciudad que verá a crecer sus campos deportivos, pavimentar sus calles o incluso sostener a su universidad, sobre las bases de lo que ella culturalmente desprecia, abomina o persigue. Ésa es la paradoja de todo esto. Por otra parte, luego de 1952, la chichería va permitir un proceso de acumulación, no tanto de los chicheros, porque sus actividades artesanales son pequeñas, sino de los recaudadores de impuestos, de los hombres que están asociados a esta actividad, a las licitaciones para recaudar los impuestos.

¿Apelando a la revisión histórica se puede ver que ha habido prohibiciones de consumo de la chicha, en este momento se discute la ley de consumo de alcohol. Salvando las distancias, cómo se manejo en esas épocas la prohibición del consumo y si las autoridades lograron su objetivo?
La prohibición es un concepto que se introdujo a fines de siglo XIX y principios del siglo XX. La prohibición está asociada a la idea del higienismo, y de que el consumo de bebidas produce cierto tipo de enfermedades mentales, pero sobre todo a concepción del disciplinamiento capitalista de la fuerza de trabajo. Por tanto se verá la introducción de normativas de principios religiosos, éticos o culturales que buscan exaltar el amor al trabajo. En tanto el no trabajo o el placer, será asociado a la vagancia, crimen o finalmente el delito. Esto se dio en todo el mundo, atacando, por ejemplo, el san Lunes. Es una conjura del capitalismo que va a asociar estas zonas lúdicas como perniciosas a la sociedad.
Nosotros no negamos que puede existir una relación entre alcoholismo y crímenes o desórdenes sociales, pero el delito tiene otras causas más profundas y medidas para combatirlo que la simple prohibición. Vemos una doble moral. El municipio persigue sañudamente la chichería, mientras los bares de cerveza son permitidos en el centro de la ciudad. Si la moral fuera la misma, cerveza y chicha deberían ser perseguidas del mismo modo. Si se hostiga más a la chicha que a la cerveza es que estamos en la visión del siglo XIX oligárquico que asume que lo que tiene que ver con el mundo indígena es pernicioso y atenta contra este proceso civilizatorio que sigue su curso.

¿Quiere comentar algo más sobre la segunda edición del libro?
El libro tiene una doble virtud porque muestra a los investigadores más jóvenes otras opciones, perspectivas, para hacer historia. Nuestra historiografía está cargada de la apelación a batallas, conflictos, héroes o heroínas, a una historia política entendida como conflictos o como exaltaciones patrióticas. Creo que el libro muestra que es puede posible explicar el devenir de una sociedad o un ciudad acudiendo a miradas diferentes. En nuestro caso, narrando algo que pudiera ser lo más banal como es la producción y comercialización de la chicha. Al hacerlo se descubre una densa red económica-social de actividades y de disputas culturales sobre el sentido y uso de la ciudad. No sería, en verdad posible entender Cochabamba del siglo XIX y principios del XX, sin la historia del complejo maíz-chicha, pues está asociada a los molinos, a la producción del maíz, al transporte, a los ferrocarriles, al impuesto; es decir a la matriz para entender Cochabamba.// PIEB

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