La comida rápida, un negocio que engorda

De acuerdo con el portal digital de Fundempresa, unas 943 empresas paceñas, entre restaurantes, bares, salones de té y servicios de cathering están registradas en el rubro de “hotelería y restaurante”, sin embargo, un recorrido por diferentes zonas de la urbe paceña deja lejos el registro oficial de negocios medianos y pequeños que se dedican a vender “comida rápida”.

La creatividad juega un papel clave a la hora de pensar en la apertura de locales de comida rápida, puestos ambulantes de hamburguesas y hot dogs son prueba de ello. Es que para nadie es un secreto que la venta de comida, hoy por hoy, es uno de los negocios más lucrativos.

Cómida rápida en La PazPara el resto del mundo, Bolivia es el país que hizo quebrar a Mc Donald‘s entre otras cosas, por el gusto a lo criollo y a lo barato, aquí se puede comer bien sin gastar demasiado. La llajua, la sazón criolla y el buen precio son parte de los hábitos alimenticios de los paceños. Esto ha llevado a las empresas de comida rápida a optar por variaciones que rescaten nuestras tradiciones gastronómicas.

EL DIARIO pudo constatar, por las principales calles del centro paceño, la proliferación de establecimientos que ofrecen todo tipo de alimentos a los ejecutivos, empleados públicos y estudiantes que “llenan” el centro a mediodía.

OFERTAS CON GUSTO NACIONAL

Desde las tucumanas mañaneras, las salteñas, los rellenos hasta el popular pollo en sus diferentes presentaciones y las hamburguesas son parte del menú diario de los paceños. Sin embargo existe una tendencia en locales de comida rápida que se especializan en platos típicos. Sillpichs y La Quinta son dos opciones que ofertan platos de distintas regiones para un almuerzo más completo con las ventajas de la comida rápida.

Carla Barrero, gerente de marketing de Bolivian Foods (Comidas Bolivianas en inglés), confirmó la necesidad por abrir el campo culinario y darle matices propios, creando “un restaurante de comida rápida que nos ayude y sea identificado como comida boliviana”.

A lo largo de 12 años Bolivian Foods, responsables de traer las franquicias de Burger King y Subway a La Paz, comprendieron los cambios del mercado en cuanto a la comida. Implementando el Know How (Saber cómo en inglés) aprendido en estos años de experiencias, lograron establecer normas de calidad internacional en el nuevo emprendimiento de La Quinta. El objetivo para Barrero es dar la facilidad para que los platos lleguen rápido y que los clientes “puedan disfrutar de su tiempo del mediodía” a precios que oscilan entre los 10 y 25 bolivianos.

Sillpichs es un negocio familiar que comenzó con tres personas y fue creciendo al punto de tener 4 sucursales en distintos puntos de la ciudad. Para el gerente de Sillpichs, Mario Oblitas, la intención de este local era utilizar conceptos de comida rápida y unirlos al “rescate de tradiciones culinarias bolivianas”. Pronto esta iniciativa cumplirá diez años en el mercado. En estos años las presentaciones, los tamaños, los precios y las opciones de otros platos se han ido modificando de acuerdo a las exigencias del mercado. Actualmente, los precios de Sillpichs van desde los 11 a los 28 bolivianos.

A mediodía es usual ver entre los comensales de restaurantes de comida rápida a oficinistas que tienen poco tiempo para la hora del almuerzo, estudiantes que esperan alguna clase y familias enteras que quieren darse un “gusto”.

Oblitas explica la concurrencia de los clientes de acuerdo a zonas determinadas. Señala que “el local del centro es básicamente de oficinistas, gente que sale y tiene media hora para comer, pero los sábados y domingos se llena de familias.

El de la J.J .Pérez es más juvenil por la cercanía a las universidades, se mueve más el combo trancapecho. En Los Pinos es más familiar. Finalmente, Miraflores es una mixtura, hay mucho pedido de oficinas y de familias”.

Sin embargo las ofertas de comida rápida no son las únicas en el mercado. Los restaurantes tradicionales, los puestos en el mercado y los populares agachaditos continúan siendo una opción. Según el administrador del Restaurante La Paz II, ubicado en el centro de la ciudad, se sigue contando con clientes fijos y los precios se mantienen, por lo que hay una clientela asegurada.

También los mercados y las comidas populares son opciones más económicas. En el Mercado Calama, cercano a la Terminal de Buses, un almuerzo puede llegar a costar entre 6 y 8 bolivianos. Para las vendedoras de comida siempre existen clientes que, saliendo del trabajo, se dirigen a probar una sopa de maní, un chairo o un falso conejo con mucha llajua.

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Una economía que altera los hábitos de la población joven

“La presencia de la comida chatarra es parte de una agresiva economía trasnacional”, afirma el director del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), René Pereira Morató.

En esta economía, el marketing es un componente vital que Pereira tilda de intenso y agresivo para “generar un impacto positivo en las ganancias de las empresas”.

Pereira advierte que “la penetración de estas economías han alterado profundamente los hábitos alimentarios, especialmente de ciertos segmentos juveniles de la población”.

Los espacios de comida rápida, tienen dentro de la representación juvenil un estatus, un prestigio social. De esta forma “participar de Mc Donald´s o participar de Subway, tiene un estatus”, afirma el sociólogo.

Sin embargo, en la visión de Pereira la comida rápida tiene cualidades positivas porque “es una comida ágil, rápida que tiene un sabor particular. Independientemente de cuán nutritiva sea, de cuán sana sea y cuánta bondad biológica puedan producir, lo cierto es que para una ciudad tan intensa como La Paz, el hecho de comer comida rápida ayuda enormemente para realizar otro tipo de actividades”.

De acuerdo con Organización Mundial de la Salud (OMS) la vida en las ciudades y las continuas “presiones” derivadas de la comercialización masiva, la facilidad de acceder a productos comestibles malsanos, además del acceso a la automatización y al transporte son factores que influyen en el modo de vida de las personas y afectan directamente a la salud.

En esta línea, Pereira señala que “en una política sana, se debería promover alimentos con alto valor nutritivo” como los que producimos en Bolivia.

“Nosotros nos quejamos del desempleo y yo creo que acá se podría haber creado una poderosa cadena en la producción alimentaria de productos nativos nuestros, pero con valor agregado. No se trata de seguir produciendo las papas, sino se trata de que a esa producción se le ponga un valor agregado y eso podemos hacerlo los bolivianos con generación de empleo”, concluyó.// El Diario

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