Madres bolivianas: "Su sonrisa borra los malos ratos que viví”

A sus 53 años no imaginó que fuera madre por séptima vez, aunque hoy confiesa que tener una nueva integrante de la familia ha sido uno de los mejores regalos que le ha dado la vida.

"Es el centro de atención de todos en la casa, la que le da alegría. Su sonrisa me hace olvidar todo el mal rato que viví para tenerla a mi lado", afirma la señora Rosa Machado.

Su expresión se refiere a Raquel, una linda niña de dos años a quien afirma ama con todo el alma, al igual que a sus seis hijos. "Es una historia muy larga que se resume a una tormenta que ya pasó", afirma mientras observa a la pequeña jugar con Luciana y Melissa, sus dos sobrinas a quien cuida mientras sus padres trabajan.

Día de la madre bolivianaCuatro años, enseñando roles maternales. "La amo igual o más que mis otros hijos. Igualmente lleva el apellido de mi esposo y mío aunque siempre le digo que tiene otra mamá", dice la señora. La "otra mamá", la biológica, es una pariente lejana suya, que tomó la decisión de renunciar a su hija para salvarle la vida, luego de que le hayan diagnosticado preclampsia y tras sostener un parto difícil en el que estuvo a punto de morir. En medio de la agonía, pensando que no iba a vivir decidió encargarle su pequeña a su tía lejana, única pariente conocida que le quedaba.

"Era la vida de ella o de la bebé y ella eligió a su hija aunque después su situación económica hizo que terminara entregándomela para que me haga cargo de ella", cuenta. Pese al amor y cariño que le guardó a la pequeña, afirma que nunca se aferró a ella. Antes de que cumpliera un año, volvió a buscar a la progenitora que le reiteró su deseo de que la niña figurara como hija de Rosa y su esposo, pues consideraba que ellos podían darle una mejor vida.

"En esos momento temí perderla porque es como si la haya tenido. Con ella reviví los desvelos y las madrugadas para alimentarla o darle un mejoral como cualquier hijo, pero luego que me dijo eso me sentí más aliviada.

A partir de ahí todos en su familia reiniciaron una nueva vida en la que jamás se sintió alguna diferencia, por el contrario los adulos no faltan para Raquel que ya da sus primeros pasos y que irradia ternura en cada paso y en cada palabra que menciona.

"Ese tema ya quedó en el pasado ahora lo que toca es seguir batallando para que salga adelante", dice Rosa.

Además de dedicarse a las labores de casa, en sus momentos libres ofrece joyas y hace trámites legales para ayudar la economía de su hogar.

Detrás de su felicidad no deja de sentir la amenaza de que se la arranquen de sus brazos. Pese a ello quiere lo mejor para la pequeña. "Tampoco me cierro a que su madre la vea aunque sea por un rato. Sólo Dios y el tiempo dirán que va a pasar", manifiesta.// El Día

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