Bolivia constitutiva: la República, Revolución de 1952 y el Estado Plurinacional

Para entender a Bolivia se debe asumir la historia a través de tres grandes etapas, no excluyentes, pero sí definitorias del rumbo político en estos 188 años de vida independiente.

INDEPENDENCIA

El primer momento constitutivo de Bolivia nace con la propia República y el triunfo de la Independencia el 6 de agosto de 1825. En 1826 el libertador Simón Bolívar elaboró la primera Carta Magna del país remitiéndola al Congreso Nacional que fue constituido y declaró al insigne hombre como presidente vitalicio de Bolivia, situación luego negada en honor a las páginas de la historia.

La Constitución Bolivariana estuvo vigente hasta 1831 bajo los principios de igualdad y el primer sistema jurídico, luego impulsado por Antonio José de Sucre. Los derechos políticos, sin embargo, eran restringidos bajo el criterio de ser electos representantes a aquellos varones, mayores de edad y alfabetizados, tener una renta y no ser sirviente, entendiendo que aún existía servidumbre y pongueaje.

Un primer concepto diferenciado entre ciudadanía y nacionalidad se presenta acá, pues la Constitución Bolivariana otorgaba derechos civiles a los ciudadanos, no así a los bolivianos, entendiendo este gentilicio como nacionalidad. Luego de Sucre la constante seguidilla de caudillos militares que marcaron la primera etapa republicana derivó en el mantenimiento de estratos que sólo comenzó a derrumbarse en la década de los años treinta tras el último conflicto bélico con Paraguay.

Historia de BoliviaREVOLUCIÓN DEL 52

La generación del Chaco se fue forjando a partir de las ideas nacionalistas de Europa con un evidente sentimiento de Patria.

La Revolución del 9 de abril de 1952 dejó marca en Bolivia, imponiendo la segunda etapa constitutiva mediante la aplicación de medidas nacionalistas como la nacionalización de las minas, la reforma agraria, el voto universal y la reforma educativa, que conforman la base para la estructura de la nación boliviana.

El historiador Luis Antezana explica la Revolución de 1952 como un largo proceso de conflictividad que derivó en la organización de sectores que plantearon en su tiempo la solución mediante la creación de la nación que fue desaparecida durante el período de la Colonia que se había extendido hasta mediados del siglo XX. “Esa contradicción originó una situación revolucionaria acentada desde la Guerra del Chaco que con fórmulas democráticas triunfa en abril de 1952”, cita.

Para Antezana, la Revolución encabezada por la alianza de clases en la fórmula Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y Central Obrera Boliviana (COB) tiene un carácter nacional y democrático. “Este proceso da solución a los problemas arrastrados desde el siglo XIX y dio un viraje a la historia superando la condición colonial y la conducta feudal por la construcción del Estado nacional”, sostuvo.

Las divisiones internas y la permanente y sostenida oposición de derecha e izquierda aglutinadas, muchas veces con violencia política de por medio, derivaron a su vez en el golpe de noviembre de 1964 cuando el general René Barrientos Ortuño, vicepresidente de Víctor Paz Estenssoro, asumió el poder dando inicio a la era de gobiernos militares.

Barrientos, además, promulgó la Constitución Política del Estado de 1964 que estuvo vigente hasta principios del siglo XXI con algunas modificaciones.

El retorno a la democracia en octubre de 1982 marca la sucesión de la Revolución hasta llegar a 1985 cuando el propio Víctor Paz da un viraje a las políticas nacionalistas mediante la apertura al libre mercado y la posterior privatización. Luego, la crisis de los partidos políticos derivó en la inestabilidad institucional y la necesidad de generar una nueva corriente político – ideológica.

ESTADO PLURINACIONAL

Así lo entendieron previamente en la década de 1990 los representantes de tierras bajas, los habitantes del oriente amazonía y chaco que decidieron emprender una histórica marcha en agosto de ese año desde Trinidad hasta la Sede de Gobierno.

Paralelamente, grupos ideológicos terminaban de conformarse en el altiplano con figuras como Genaro Flores, excandidato presidencial de tendencia katarista, y la conformación de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb).

La marcha indígena llegó a La Paz fue recibida por el presidente Jaime Paz Zamora y se reconoció los derechos de los pueblos indígenas. “Unidad en la diversidad” fue el lema enarbolado políticamente, “multiétnico y pluricultural” vino después y fue significativo el ingreso en la representación política de la primera diputada mujer de pollera, Remedios Loza, y el primer dignatario aymara, Víctor Hugo Cárdenas, también de tendencia katarista, que juró como vicepresidente de la República en 1993.

Sin embargo, es durante la crisis del sistema neoliberal que comienza el año 2000 con la “guerra del gas” en Cochabamba, cuando las organizaciones sociales pasan de la resistencia a la movilización u ofensiva popular.

El ideólogo Raúl Prada explicaba este fenómeno como la recuperación de la iniciativa y memoria de los levantamientos indígenas del siglo XVIII en medio de la crisis neoliberal. “Fue una crisis de representación y crisis capitalista con consecuencias financieras y ecológicas, por lo que estamos frente a un nuevo anticapitalismo que no es el de la izquierda tradicional o marxista sino de los indígenas que además se articulan con la memoria nacional – popular que viene desde el Chaco y el momento en el que se encuentran ambas memorias es en octubre de 2003, donde la agenda indígena y la agenda popular (nacionalista) se juntan como nunca antes”, expuso.

La Agenda de Octubre exigió la Asamblea Constituyente y las organizaciones indígenas lograron representación que tuvo alianza con el Movimiento Al Socialismo (MAS). Ideólogos y dirigentes propugnaron el Estado Plurinacional como tercer sistema constitutivo y a costa de un caudillo lograron el poder político. Sin embargo, este proceso, como expone Prada, se ha deteriorado retrocediendo hacia un conservadurismo estatista que tampoco respeta el poder de decisión de los pueblos indígenas.

Paralelamente, el “proceso de cambio” ha adquirido características totalitarias en busca de consolidar un modelo indigenista – neomarxista y de “capitalismo comunitario” que en apariencia no coincide con los postulados de los pueblos originarios. (Iván Rodríguez Rada)// El Diario (NET)

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