Hace una década Sorata y Warisata se tiñeron de sangre en la “Guerra del Gas”

Marlene Ramos Rojas, pequeña niña de apenas ocho años, se encontraba mirando desde la ventana el ingreso de los militares a su pueblo. Su curiosidad le costó la vida, porque aquella tarde del 20 de septiembre de 2003 un impacto de bala en el pecho la dejó exánime.

Los militares buscaban a los dirigentes campesinos que habían iniciado un bloqueo en la carretera a Sorata, dejando varados a un grupo de turistas que se hospedaban en un hotel cuyo propietario era un súbdito alemán. Acá se hace presente la figura de Carlos Sánchez Berzaín, ministro de la Presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada, comandando el operativo desde un helicóptero y, según versiones de los comunarios, dando instrucción de disparar y aprehender a los movilizados.

La otra cara de la moneda relata los hechos como un operativo planificado por la dirigencia de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb) que buscaba desestabilizar al régimen e incluso atacar a Sánchez Berzaín. Esta versión sale del exsecretario ejecutivo de esa entidad, Felipe Quispe, ‘El Mallku’, en su reciente publicación titulado, a modo de diario de campaña: “La caída de Goni”.

El Mallku confesó este año a un matutino cochabambino su plan y el llamado a sus compañeros de la célula Ejército Guerrillero Túpak Katari (EGTK), donde también militó en los años 90 el vicepresidente Alvaro García, para generar la reacción y revuelta popular.

“(…) Entonces nuestra gente preparada para las guerrillas ha emboscado a los policías con un muerto y varios heridos. Esa fue la causa para que los militares intervengan a Warisata el 20 de septiembre. En esa jornada matan a una niña de ocho años, además de otras personas. Ese día mueren cinco personas, uno en Ilabaya, otro en Sorata y tres en Warisata. Esas balas de Warisata ha levantado a la gente de El Alto”, declaró Quispe.

La historia de BoliviaAl final de la jornada, los turistas habían sido rescatados, pero las bajas sumaban a cinco muertos y siete civiles heridos, además de un soldado fallecido y media docena de uniformados con heridas leves.

Sánchez Berzaín, radicado en Miami, actualmente es director del Instituto Interamericano de la Democracia. En julio participó en Estados Unidos en una conferencia sobre la situación de los derechos humanos en Sudamérica. En su alocución, dijo que aquel 2003 hubo un golpe violento a la democracia para permitir la toma del poder a favor de “radicales dirigentes” que hoy gozan de poder y que han implementado una “dictadura encubierta”. La exautoridad es acusada en Bolivia por el delito de genocidio en su forma de masacre sangrienta.

La investigación de 2004 del Instituto de Terapia e Investigación sobre las Secuelas de la Tortura y la Violencia Estatal (ITEI) con patrocinio de Cáritas Bolivia y la Diócesis de El Alto, permitió recoger algunos testimonios de los protagonistas del 20 de septiembre, cuando dio inicio la “Guerra del Gas”.

Heliodoro Quispe, padre de Simael Quispe, caído en Warisata, relataba en la “Memoria Testimonial de la Guerra del Gas”, su amarga experiencia y la pérdida de un hijo.

“Los militares se llevaron como rehén al joven Alejandro Apaza hasta Sorata; y como los comunarios querían que le suelten, empezaron a bloquear el camino, en ese momento se produjo el enfrentamiento en Warisata. Mi hijo estaba saliendo de la Normal, de la Casa de Estudios Superiores, y se estaba dirigiendo a su domicilio; fue donde le llegó la bala en el tórax, un proyectil de arma de fuego, él falleció por hemorragia a dos cuadras de la Normal, su muerte fue instantánea. (…) Pido que se haga justicia y un seguimiento a los culpables de los hechos del mes de septiembre y octubre, porque mi hijo tenía futuro, con sus estudios, a él le esperaba un futuro mejor”, declaró a las autoridades Heliodoro Quispe el 12 de enero de 2004.

Hoy, a diez años de estos hechos, la Fiscalía General del Estado remitió ante el Tribunal Supremo de Justicia el segundo exhorto suplicatorio para tramitar la extradición de Sánchez de Lozada y sus colaboradores, mientras en el país sólo existen sentenciados en el Alto Mando Militar y dos ministros que fueron parte del gabinete de la coalición gubernamental de ese año, uno de ellos ya fallecido.

Junto a Marlene y Simael, ese día perdieron la vida por impactos de bala Juan Cosme Apaza, Demetrio Coraca Castro y Sergio Vargas Castro. El altiplano resguarda sus almas, junto a otras 60 personas que dieron nombre a Octubre Negro.// El Diario (NET)

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