La milenaria “tableta” de Tiwanaku

Numerosas investigaciones, nacionales y extranjeras abordan el tema de las “tabletas” en la Cultura Tiwanaku. La “tableta” es un objeto de madera, de piedra o de otro material, utilizado por miembros de la élite tiwanakota en rituales de acercamiento a sus dioses ancestrales.

Las tabletas semejan una diminuta batea cuyo fondo desgastado a manera de hueco rectangular sirve para mezclar productos vegetales de contenido alucinógeno. La parte superior de esos cuencos está bellísimamente decorada con figuras del panteón Tiwanaku y tienen carácter mágico.

Prácticamente, la tableta, en algunos objetos rescatados por la arqueología, alcanza una altura cercana a los 20 centímetros, mientras que el ancho, difícilmente pasa de los 9 centímetros.

El instrumento mágico era portado en pequeñas bolsas de cuero unas veces de venado y otras de camélido, junto a diminutas cucharillas, artísticamente decoradas que, posiblemente, servían para la mezclar o llevar los polvos y determinadas mezclas a la nariz.

La Paz, BoliviaComplementaban el utensilio, tubos de madera, de bambú, de arcilla, instrumentos que servían en su tiempo, para inhalar polvos alucinógenos.

ALUCINÓGENOS

“A través de las edades, casi todas las plantas alucinógenas han sido utilizadas como ‘adivinatorias’” sostiene el autor de Historia de las Drogas, Jean Louis Brau, mientras que Eleonora N. Mulvany, investigadora de las “Posibles Fuentes de Alucinógenos en Wari y Tiwanaku” afirma: “Desde hace varios años, las investigaciones etnográficas y etnobotánicas realizan aportes sobre el uso de especies vegetales como fuentes de alucinógenos. Estos estudios se han complementado con análisis químicos, experimentación científica y médica. Los aportes han permitido reconocer la importancia que estos vegetales desempeñan en la organización social de las diferentes sociedades, a nivel ritual y ceremonial. Su característica principal es la de poseer principios activos, que al ser incorporados al cuerpo, producen cambios en la percepción (…). Por este motivo, la ingestión de estos principios contenidos en los vegetales pueden producir cambios en la percepción espacial y temporal”.

VINCULACIÓN

El problema del posible uso de alucinógenos en Tiwanaku ha sido tratado por diferentes autores, fundamentalmente dentro de tres líneas de investigación: 1) en base a los artefactos, vinculados con el uso de alucinógenos, por analogía etnográfica, 2) por la asociación de ese tipo de artefactos, identificados a través de análisis iconográfico y asociados a motivos antropomorfos o zooantropomorfos Tiwanaku y, 3) por el hallazgo de restos vegetales asociados a restos Tiwanaku, prosigue Eleonora N. Mulvany.

Es decir, que los utensilios encontrados en Tiwanaku y sus áreas de influencia, tabletas, tubos de inhalación, pequeñas bolsas de cuero curtido y otros objetos, confirmarían que fueron utilizados por personajes tiwanakotas, para mezclar y moler las plantas alucinógenas.

INTERPRETACIONES

Arqueólogos del mundo y de nuestro país, al estudiar las tabletas de Tiwanaku elaboraron tesis divergentes, basadas sobre todo, en el análisis iconográfico de las monumentales litoesculturas aún en pie: Bennett, “El cura”; Estela Ponce y la denominada Puerta del Sol.

Los estudiosos estiman que, en las mencionadas litoesculturas, incluso en la Puerta del Sol, están presentes las tabletas y sus aditamentos para inhalar los polvos alucinógenos, visionarios.

Sin embargo, otros investigadores rechazan esta óptica y expresan que, las piezas talladas en la piedra corresponderían a envoltorios de una especie de papiro, concluyendo en que existía un alfabeto en Tiwanaku y que las figuras interpretadas no corresponden a supuestos objetos y utensilios dedicados a la preparación o mezcla de las plantas alucinógenas.

Veamos cómo aprecian estos especialistas, cuyos conocimientos ampliados, además de arqueología, comprende el mundo vegetal y, específicamente, las plantas alucinógenas propias de los Andes, de la Ceja de Montaña, es decir, los Yungas de La Paz y la Amazonía boliviana.

La Revista Interdisciplinar Internacional de Artes Visuales publicó: “Un análisis iconográfico de la Estela Ponce, Tiwanaku, Bolivia”, en junio 2014, firmado por los expertos Constantino Manuel Torres y Donna Torres. El documento analítico dice en parte: “Las diversas narrativas y signos grabados en la Estela Ponce pueden ser también identificados en el ajuar inhalatorio. Esta comparación entre objetos monumentales, prácticamente inmóviles y portátiles con gran distribución geográfica, revelan factores que establecen puntos de referencias primarios para la definición de la configuración iconográfica Tiwanaku. Esta relación con la parafernalia inhalatoria y consecuentemente con las plantas visionarias utilizadas en la manufactura de los inhalantes psicoactivos es básica para el entendimiento de la iconografía de Tiwanaku expresada en la Estela Ponce.

Prosigue el análisis: “El tipo más común de equipo inhalatorio consiste de una bolsa de fibra de camélido que contiene una madera de forma rectangular, un tubo de madera o de hueso, una cucharilla también madera o hueso y una o dos bolsas de cuero que contienen el polvo psicoactivo”.

PARAFERNALIA

Los grabados y bajo relieves que cubren a la Estela Ponce muestran una relación directa con numerosos elementos del complejo inhalatorio. José Berenguer argumenta de forma convincente que el objeto que porta en su mano derecha es una tableta del tipo utilizado en la inhalación de substancias psicoactivas. Varios autores como Bennett y Posnansky han sugerido que el objeto que sostiene en la mano izquierda el personaje representado en la Estela Ponce es un “kero”. La representación de una tableta en la mano derecha provoca la búsqueda de explicaciones alternativas para el objeto que porta esta figura en su mano izquierda. Inmediatamente, se distingue la posibilidad de que esté representada una bolsa textil conteniendo el equipo inhalataorio y no un “kero” (…) “El objeto en la mano izquierda de la Estela Ponce posee lados paralelos sugiriendo una probable asociación con las típicas bolsas textiles que contiene la parafernalia inhalatoria” agrega Torres.

VISIÓN BOLIVIANA

Carlos Ponce Sanjinés, boliviano, arqueólogo mayor de esta ciencia y cuyo apellido lleva la Estela Ponce, afirma sobre el tema: “Pese a algunas diferencias, el empleo de la sustancia inhalante obedece a un conjunto de objetos bien caracterizado y sujeto a un ceremonial perfectamente establecido. Constituido por lo general por un tubo para inhalar, sea de tipo de cañahueca, hueso o cerámica, con su boquilla para introducirla en las fosas nasales, a veces doble o terminado en ‘Y’, asimismo exornado con motivos detallados inclusive en bulto. Luego una tableta de madera, con su mango singular, que posee un recipiente con su reborde donde se deposita el polvo para ser aspirado. Complementa este ajuar, una cuchara delicada para colocar la substancia en la tableta, un depósito para conservarlo, un mortero donde triturar las semillas hasta pulverizarlas, su pilón, una bolsa para portar toda esta parafernalia”.

El autor de Tesoros sagrados de Tiwanaku, Carmelo Corzón Medina, de editorial Cima, cuyas fotos de tabletas y tubos de inhalación reproducimos en este artículo, sostiene sobre este interesante tema: “Las pruebas existentes demuestran que los pueblos precolombinos, hicieron uso de los alucinógenos. En la Cultura Tiwanaku, se sirvieron de la planta Willca (Anadenanthera colubrina), también conocida como Cebil. Los sacerdotes andinos, tiwanakotas, lograban desdoblarse y entrar en contacto con sus antepasados ya fallecidos”.

Prosigue: “En los ritos de inhalación del polvo Willka, depositaban el alucinógeno con una cucharilla sobre pequeñas tabletas bellamente decoradas, luego procedían a inhalar por vía nasal, mediante tubos de madera. Estos tenían un parecido similar al largo cuello de la llama (…) Cuando entraban en trance, subían la escalera cósmica para comunicarse con sus dioses, éstos les enseñaban cómo curar enfermos, adivinar, buscar lo perdido y comunicarse con el mundo sobrenatural”.

CONCLUSIÓN

Con la particularidad de que las plantas alucinógenas no crean hábito como otras que contienen sustancias nocivas para el ser humano, su utilización aún perdura entre los grupos de kallawayas, dedicados precisamente a la adivinación, a preservar la salud y comunicarse con el mundo invisible donde reinan dioses y deidades del panteón kolla-aymara-quechua.

Además, esta sobrevivencia cultural también abarca a “brujos” del área amazónica boliviana que, por supuesto, continúan utilizando las plantas alucinógenas en sus prácticas cotidianas.

Las tabletas de Tiwanaku, dispersas en varios museos del mundo; en museos nacionales y colecciones particulares, constituyen el visible eslabón de esta antiquísima cosmovisión, que mantuvo “contacto” con la humanidad y el mundo siempre misterioso de lo desconocido.

En sus rectangulares y diminutas bateas, en los delgados tubos y en las bolsas para transportar toda esta parafernalia, está agrupada la otra historia del hombre, la que mientras estamos vivos, tratamos de alcanzar para preguntar casi siempre, qué nos depara el futuro.// El Diario (NET)

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