Esclavos modernos, la deuda pendiente de la que Bolivia es parte

En pleno siglo XXI, en la era de la tecnología, el mundo aún tiene 45,8 millones de esclavos; es decir personas que son sometidas a trabajos forzados, que están expuestas a amenazas, coacción, violencia, abuso de poder y engaño para cumplir labores que, muchas veces, no eligen, donde no reciben remuneración o esta es deficiente y de empleos de los que no pueden escapar. En América Latina, la cifra alcanza a 2,1 millones de personas. Las mujeres, los niños y los jóvenes son los más vulnerables.

Los datos son del Índice Mundial de Esclavitud, elaborado por la organización Walk Free Foundation, con base en más de 42.000 entrevistas, llevadas a cabo en 53 idiomas. El problema es grave ya que ahora se registra un 28% más de esclavos que en 2014. De los países de América, Haití y República Dominicana son los que presentan una situación más crítica. Bolivia ocupa el décimo lugar entre 29 naciones del continente, de acuerdo con la información brindada por Davinia Durgana, vocera de la entidad investigadora.

Uno de los problemas más críticos de la explotación en América Latina y particularmente en Bolivia es la migración irregular, es decir la gente que sale del país en busca de mejores condiciones de trabajo y que termina sometida. Esto fue corroborado por la que hasta hace poco fuera directora de la unidad de Trata y Tráfico de Personas del Ministerio de Gobierno, Melania Torrico, quien dijo que hay cinco zonas vulnerables en el territorio nacional: Villazón, Bermejo y Yacuiba, en la frontera con Argentina, así como las poblaciones que limitan con Perú. Pero los casos de esclavitud también se dan a escala interna. Por ejemplo, hay tradiciones que derivan en la explotación de jovencitas, bajo la modalidad de servidumbre.

El Gobierno tiene un presupuesto de más de Bs 30 millones para luchar contra este problema –según Torrico- pero ese presupuesto no impidió que haya connacionales esclavizados en talleres de costura de Argentina o Brasil; niñas obligadas a tener sexo en las minas peruanas o jóvenes forzados a fabricar ladrillos en el norte de Argentina.

Esclavitud en BoliviaEste sometimiento también se da a escala nacional. Aunque parezca difícil de creer, en Bolivia hay matrimonios forzados y también casos en que los padres firman autorizaciones para que sus hijos menores de edad salgan del país o tengan condición de servidumbre, bajo la lógica de que ya deben mantener a los padres. A eso Melania Torrico le llama servidumbre costumbrista y esta se produce particularmente en el occidente: Potosí o Sucre y se practica en El Alto. En el oriente, explica la experta, se da la explotación sexual de menores que están entre los 11 y los 13 años de edad y también lamenta que la justicia no hubiera dado respuestas adecuadas cuando hubo denuncias.

Walk Free Foundation cuestiona la falta de respuesta de los estados frente a la esclavitud actual. De 161 países estudiados, solo en 124 hay leyes que penalizan el tráfico de personas (Bolivia está entre ellos) y únicamente en 96 se coordinaron acciones preventivas. Por eso, la organización demanda que las principales potencias del mundo lideren una cruzada frente a este problema.

La maraña

Durgana explica que las condiciones precarias de trabajo o de vida (pobreza, desempleo, etc.) son el caldo de cultivo para caer en las redes de la esclavitud moderna. Esta puede ser favorecida por grandes mafias de traficantes de seres humanos, pero también en pequeñas sociedades. Hay testimonios que muestran que puede haber coordinación entre grupos irregulares de narcotraficantes con tratantes de seres humanos. Por ejemplo, se promete facilitar la migración a países como EEUU y se utiliza a las víctimas como mulas para llevar drogas.

El periodista David Dusster, en su libro Esclavos modernos, refiere que detrás de importantes marcas de ropa, hay la huella de gente esclavizada. El Índice de Esclavitud 2016 plantea una voz de alerta. Los avances de la tecnología no logran erradicar los grandes pecados de la humanidad// El Deber

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